RELATOS

MI NUEVO VECINO

Tenía apenas 13 años cuando al lado de la casa de mi abuela, se mudaban unos nuevos vecinos, entre ellos un chico de unos 14 años poco mas de 1-76, pelo negro y delgado. La verdad hasta entonces siempre sentía cierta atracción por los chicos, pero nunca había tenido la oportunidad de dar ese primer paso que nos cuesta tanto a todos. 

Yo que desde siempre era un chico muy tímido, me quedaba mirando desde el patio frontal como se instalaban aquellos vecinos, mientras mi abuela (muy hospitalaria) se acercaba para darle la bienvenida al nuevo barrio y ofrecerle su disponibilidad en lo que hiciera falta. Era verano y me tocaba como todos los años estar en la casa de mi abuela (muy campestre, con mucho patio y animales).  David era el nombre por el que escuchaba que llamaban aquel nuevo vecinito, mientras su madre algo enfada le regañaba por algo que no terminé de escuchar, pero veía que salía algo enfadado de su casa, mientras yo estaba en el patio de la casa de mi abuela que tenía plena visión (por sus rejas finas y largas) al patio de la casa de los nuevos inquilinos. 

David al salir de su casa se sentó en la acera del frente, en el cual con amabilidad (además no conocía a ningún chico de mi edad por el barrio de mi abuela) le invite a pasar al patio frontal de mi abuela. David no dudo enseguida acercarse y aceptar mi invitación. Se presentó, y más o menos me estuvo explicando lo harto que estaba de la situación que estaba viviendo en casa con su madre y su padre. [En resumen el típico adolescente rebelde, que no le gusta estudiar y que sus padres por él, deciden mudarse a una nueva zona para su mejor beneficio]. 

Eran ya las 18:00 horas y bueno la verdad, David era hablador, amigable y muy extrovertido, y pues el tiempo con él me había pasado muy rápido. Le invite para dentro de la casa para ver televisión e invitarle a algo de comer [Por cierto, era miércoles y mi abuela andaba de misión con la iglesia, así que sabía que no llegaría hasta la noche]. David con mucha confianza tomó el mando y comenzó a cambiar canales mientras yo con actitud complaciente, iba a buscar unas sodas para tomárnoslas. Llego al salón y me siento a su lado para ver la televisión y refrescarnos, segundo después veo que se detiene en un canal erótico. 

David: ¿Te has pajeado alguna vez? 

Yo: Sí (con voz nerviosa y tímida) y tu ? 

David: Muchísimo, mira como estoy (señala al paquete del chándal que tenía puesto, el cual resaltaba el empalme que llevaba consigo). 

Yo: Yo también me estoy poniendo muy cachondo tío (la verdad aunque estaba muy nervioso el ver su paquete fue instantánio mi empalme). 

David enseguida se puso de pié y me invito con la mano a ponerme de pie, los dos que estábamos con chándal resaltaban con belleza nuestros paquetes. La situación estaba en su punto cuando me preguntó si nos comparamos las pollas. En ese momento se bajo el pantalón y sacó un buen pollón de unos 18cm y con un buen grosor, yo me bajé el pantalón y mostré mi polla que era muy similar a la de él. Enseguida sonrió, se acerco a mí, tomo su polla y la junto con su mano a la polla de él, como dos buenos sables unidos. Enseguida soltó las manos que juntaban nuestras dos pollas e inició un movimiento de derecha a izquierda como si de una pelea de dos espadas se trataba. 

Nuestras pollas estaban dura como una roca y su movimiento del cual yo le seguía el ritmo, hacia que la situación de morbo que estaba experimentando fuera bestial. Me di cuenta en ese momento que mi abuela nos podía pillar por lo que decidí llevarlo a mi habitación. 

En nuestra habitación terminamos de quitarnos los chándal y las zapatillas, y me propuso, follarme la polla. Yo que estaba muy "emocionado", le respondí con un: "Fóllame mi polla". En seguido me tiró a la cama,se tiro encima mio  y apretando su polla encima de la mía, inició un vaivén como si de una penetración se tratase.  El sentir como su polla encima de la mía se movía y prácticamente se follaban mutuamente, sumado al sudor de la situación, era impresionante. Mis manos agarraban su culo que empujaban para que no parase aquel ritmo bestial que me daba tanto placer. Las venas de nuestras pollas y su palpitar era sentido por nosotros, que gemíamos de placer, hasta si darme cuenta salió de mi polla un chorro de leche que resbalaba en nuestro estómagos  Él al sentir todo su cuerpo mojado (de mi leche) y mientras veía en él una gran cara de placer, sentí como disparaba encima de mi polla y en todo mi cuerpo una corrida bestial. Al correrse tuvo dos o tres espasmos del placer. 

David: ¡Veo que te gustó cabrón, el jueguecito!

Yo: Mazo tío. 

David: Nada, ¿Nos limpiamos no ? 

Yo: Claro tío, además mi abuela está por llegar. 

Finalmente nos limpiamos todo el chorro de leche que habíamos dejado en nuestros cuerpos, y se marcho a fumar un piti fuera de la casa de mi abuela.